Capítulo 15
“ Absolutamente no. ” Corroboré, muy segura de que no estaba llorando de felicidad.
“ Está bien, si tu lo dices. “ replicó Cole, nada convencido de mi rotunda negativa. “ Pero entonces, ¿por qué estás llorando? “
Le miré durante unos instantes, perdiéndome en su bello rostro de facciones delicadas y a la vez muy marcadas, y meditando una respuesta a su pregunta. Finalmente, el cansancio ganó la partida y me dejé llevar por su teoría.
“ Baah, está bien. Tú ganas. Estoy llorando de felicidad. “ le dije intentando imitar una voz de niña pequeña.
Cole se rió y me atrajo hacia él con un leve movimiento. En un abrir y cerrar de ojos estaba protegida bajo su cálido y reconfortante abrazo. Había sufrido tanto y me había llevado tantas sorpresas en aquellos últimos días, que ya casi ni me reconocía a mí misma. Había madurado y cambiado en muy poco tiempo, y ahora me sentía un poco extraña en mi cuerpo. No sabía demasiado como tenía que actuar a continuación.
Pero parecía que Cole se sentía totalmente a gusto con nuestra actual situación, porque levantó mi cabeza con sus dedos y me miró significativamente, escrutando mi rostro en busca de algún indicio que le ofreciera luz verde para seguir avanzando. Luz verde para besarme. Y claro, yo, como siempre, me moría de ganas de que me besara. Aún recordaba levemente la sensación de sus labios sobre los míos. Aquella calidez y aquel contacto electrizante que siempre me pedía más, y más.
Le miré directamente a los ojos, deseando que el recuerdo de aquel beso lejano fuera sustituido por uno de más próximo. Él curvó sus labios en una sonrisa, aparentemente satisfecho, y se acercó a mí lentamente. Tan lentamente, que finalmente me cansé de esperar a que hiciera todo el recorrido hasta llegar hacia mí y le cogí desesperadamente por la parte delantera de su camiseta, atrayéndole hacia mí. Él pareció sorprendido durante unos instantes, pero la sorpresa desapareció rápidamente, convirtiéndose en pura diversión en cuanto él se dejó llevar, obediente.
“ Te amo. “ me dijo cuando sus labios rozaron levemente los míos.
Me ruboricé. Sabía que no había ningún motivo para que lo hiciera, pero el color subió a mi cara en contra de mi voluntad. Como respuesta, él separó su cara de la mía y me observó con interés, enarcando una ceja hacia arriba y con un deje divertido en su mirada.
“¿Qué estás mirando? “ le reproché le reproché un poco irritada. Sabía que estaba burlándose de mí. “ A mí no me hace gracia. “
“ Oh, cariño. “ respondió él, volviendo a envolverme entre sus fuertes y cálidos brazos, que me trasladaban al paraíso, ofreciéndome la protección que siempre había deseado. “ Es que…soy tan feliz. “
“ Te amo tanto. “ se me escapó sin querer.
“ Y yo a ti. No te imaginas cuanto. “
Me miró con una intensidad impropia en él. Su mirada me tomó por sorpresa, pero mi reacción no se hizo esperar, porque lo volví a atraer hacia mí sin miramientos, deseando volver a juntar mi boca con la suya para recuperar todo el tiempo que habíamos pasado separados, anhelándonos en secreto.
Me habría quedado toda la noche, o toda la vida entera a su lado, sin separarme de él ni un instante. El tiempo parado en aquel momento. Para siempre. Pero de repente, como una extraña revelación, la urgencia nos golpeó la cabeza a los dos por igual. Acabábamos de escapar de la cárcel. Stew era peligroso. Teníamos que refugiarnos en algún sitio seguro, puesto que las cosas no habían hecho más que empezar.
“ Eily… “ empezó a decir Cole. “ Tenemos que irnos de aquí. “ dijo mirando a su alrededor, dándose cuenta por primera vez de todo lo que le rodeaba. “ Y aquí… ¿es? “ terminó, consciente de que no sabía dónde se encontraba.
Me miró inquisitivo, esperando a que le respondiera a su pregunta no formulada.
“ Estamos en Los Ángeles. “ le respondí como si fuese la cosa más obvia del mundo. “ Estamos en mi casa. “
Ya no podía seguir ocultando la felicidad que me proporcionaba el mero hecho de estar tan cerca de mi casa, de mi antigua y despreocupada vida de estudiante normal y corriente.
Suspiré, recogiendo la emoción del momento, y olvidándome totalmente de Cole, que me miró, analizándome el rostro con una lupa para desentrañar mis más secretos pensamientos.
“ No es necesario que me mires como si no pudieras saber lo que pienso. “ le escupí, irritada por la forma en la que me miraba y por su fascinante habilidad que había reducido exageradamente mi intimidad durante los últimos días.
“ Realmente… “ dijo dejando la frase suspendida en el aire.
“ ¿Realmente qué? “ le animé a continuar.
“ Ufff… “ suspiró, exasperado. “ Realmente, “ prosiguió al fin “ por algún extraño motivo que no logro explicarme y que escapa totalmente de mis conocimientos como vampiro, ahora mismo no puedo leer tu mente. “
“ ¿De verdad? “ dije más feliz de lo que debía, porque Cole levantó la cabeza, que había bajado hacia el suelo, avergonzado por su ineficacia, y me lanzó una mirada un poco iracunda.
“ No sé qué es lo que encuentras tan gracioso y divertido. “ me espetó de pronto.
“ Vamos, no te pongas así. “ le respondí aún riéndome por debajo de la nariz.
“ Pero te estás burlando de mí. “ se quejó Cole.
“ Ya, claro. ¿Es que tú puedes burlarte de mí y yo no puedo hacer lo mismo contigo? “
“ No es lo mismo…” empezó Cole
“ Pues claro que es lo mismo. “ le respondí tajante, pero sin borrar la sonrisa de mi cara. “ Tengo que devolverte todas y cada una de las veces que te has reído de mi. Me lo debes. “
“ Si tu lo dices. “ No parecía para nada convencido, sabía que no iba a dejarse humillar tan fácilmente. En fin, así era Cole, el Cole que yo amaba con tantísima locura.
“ Bueno, ya basta. “ dije finalmente. “ Ahora no es el momento adecuado para ponernos a discutir ni para preocuparnos por si puedes leer mi mente o no. En estos momentos nada podría importarme menos que algo tan insignificante como esto. “
“ Tienes razón. “ respondió rápidamente. “ Tenemos que pensar que vamos a hacer ahora. Señorita de Los Ángeles, ¿en qué punto exacto de tu amada ciudad nos encontramos? “
“ En el parque situado delante de mi casa. “ le respondí, mirando a mi alrededor para empapar mi memoria de aquellos tiempos que ahora me parecían tan y tan lejanos… Aún recuerdo cuando venía con Davinia a chismorrear y a hablar sobre chicos, y cuando me acercaba aquí simplemente para pensar sobre las cosas que me preocupaban. Cosas que ahora me parecían tan insignificantes.
Suspiré.
“ Bien. “ dijo asintiendo con la cabeza. “ Por lo tanto sabes dónde estamos. Perfecto. Ahora solo tenemos que buscar la forma de salir de aquí. “
Le miré como única respuesta. ¿Cole sabía que existían los coches, verdad? ¿Y los taxis? Sí, sí. Definitivamente tenía que saberlo, puesto que él tenía un coche, o más de uno. Y… entonces… ¿por qué me preguntaba a mí la forma de salir de L.A? ¿Es que no era bastante lógico?
“ Pues… supongo que en coche. “ le respondí titubeando un poco en pronunciar la palabra coche.
Me miró como si estuviera loca de remate.
“ Dios, ¿Cómo quieres que nos vayamos en coche?
Me hablaba como si yo fuera una niña pequeña que no sabía ni entendía nada, y a quién se le tenía que explicar todo poco a poco para que lograra entenderlo. ¿Se me estaba escapando algo? Me pregunté en aquel momento.
“ ¿Por qué no podemos ir en coche? “ le dije, mostrando mi perplejidad.
“ Pues porque vamos a tardar mucho, y ahora mismo no disponemos de tiempo. “
“ Oh. “ dije como si una simple palabra pudiera ser importante. “ Y entonces… ¿Cómo propones que nos vayamos? “ contesté, recelosa y asustada al mismo tiempo.
“ Pues muy fácil. Esperaba a que me lo dijeras tú, pero por lo que veo no consigues recordar. ¿Te has olvidado de que hace unos minutos has creado un portal que nos ha llevado hacia aquí? ¿Te acuerdas, verdad? “ dijo pacientemente.
“ Pues claro, no estoy loca, ni mucho menos amnésica. Pero no veo la relación que pueden tener mi portal y … ¡ah! ¡claro! “ le dije cuando finalmente logré comprender lo que me estaba diciendo. ¿Sugieres que habrá un portal para volver a Turlock? “
Si. No podía negarlo. Estaba orgullosa de mí misma, por haber comprendido lo que Cole me estaba intentando decir. Y también sé que no debería haberlo estado, puesto que había tardado una eternidad en darme cuenta. Y no tenía que ser él quien pensara en mi portal, sino yo. Pero les hice caso omiso a aquellos pequeños detalles y seguí sintiéndome orgullosa de mi eficacia.
“ ¡Hurra! “ me aclamó Cole. “ Por fin te has dado cuenta. Y ahora vamos, no hay tiempo que perder. “ dijo apresurándome.
“ Voy. “
Volví a concentrarme y a imaginarme la puerta dentro de mi cabeza. Luego volví a susurrarle que se abriera, girando su bello pomo en forma de mano. La puerta era la misma que la vez anterior, solo que en aquella ocasión era de un color más claro, como un reflejo de mi propia alma, que después de haber salido de aquella horrible cárcel se había sanado y purificado. La abrí sin vacilar ni un solo instante, muy segura de mi propia destinación. En realidad, yo había decidido salir en Los Ángeles, y no me habría molestado quedarme allí para siempre, pero los razonamientos de Cole me hicieron cambiar de opinión. Necesitaba seguridad, y Turlock era el lugar más seguro en aquél momento. Había vampiros por allí, pero Cole no debía tener ningún problema para librarse de ellos si lo necesitara. O eso era lo que me había dado a entender. Pensé en Turlock, y en el mini palacio lleno de lujos de Cole. En realidad, dentro de mi corazón, ansiaba volver al palacio. Deseaba estar eternamente al lado de Cole, mi ser más querido. Y aún ahora, la preocupante sensación de que él podía girarse y desaparecer para siempre no me abandonaba nunca. Siempre presente, siempre al acecho. No me preocupaba especialmente que desapareciera, abandonándome, pero aquella molesta sensación me acompañaba a todas partes, día y noche. De pronto, me di cuenta de que ya estábamos en casa de Cole. Y Silvye y Erika nos estaban observando por la ventana, con una sonrisa pintada en sus dos rostros. Me invadió la sensación de que ya nos estaban esperando. Cole y yo nos miramos y entramos, cogidos de las manos, al interior de la casa. Estaba tal y como la recordaba. No es que hiciera mucho que no hubiera estado allí, al contario, había pasado muy poco tiempo des de aquello, pero para mí aquél pasado tan reciente estaba a años luz. Un recuerdo lejano y borroso en mi memoria. Silvye y Erika bajaron corriendo por las escaleras, y abrazaron a Cole efusivamente. Después de intercambiar unas pocas palabras de saludo con él, Erika se dirigió tímidamente hacia donde yo me encontraba, de pie sin saber qué hacer, y me abrazó muy fuerte. Su gesto de cariño me tomó por sorpresa, porque cuando me había hospedado allí, Erika y yo no habíamos tenido demasiado tiempo para conocernos. Es más, solo la había visto unas pocas veces, y cuando nos habían presentado ella se había limitado a decirme su nombre y a irse corriendo. Erika pareció entender mi sorpresa, porqué deshizo su abrazo y me miró directamente a los ojos.
“ Lo siento. “ dijo ligeramente avergonzada. “ Ha sido la emoción de verte viva otra vez. Silvye y yo llegamos a pensar que no volveríamos a verte nunca. Y ahora… el hecho de que estés aquí, hablando conmigo tan naturalmente, es… fascinante. “terminó al fin Erika. “
“ ¿Por qué es tan fascinante? “ le pregunte, curiosa por su respuesta.
“ Pues por qué Cole nos dijo que los secuaces del rey Oscuro te habían capturado, y créeme cuando te digo que tienen fama de ser asesinos y despiadados. Por eso creíamos que no volveríamos a verte por aquí. Y estábamos muy tristes… “ dijo enjuagándose una pequeña lágrima que le bajaba por la mejilla. “ Pero ahora estás aquí. “ dijo maravillada. “ Y yo estoy muy muy feliz. “ Me sonrió feliz, demostrándome lo mucho que me había echado de menos.
“ Gracias. “ le respondí muy emocionada. No sabía que fuera importante para ella, y mucho menos para Silvye. “ Yo también os he echado de menos. “ dije dándome cuenta por primera vez de lo ciertas que eran mis palabras. La verdad es que las reconocía como una especie de “ amigas “, aunque no pudiera acabar de creérmelo.
De repente, reparé en que Cole se había sentado en el sofá y estaba viendo la televisión, y Silvye estaba un poco apartada de Erika y de mí, cohibida por la situación, sin saber debía acercarse o no. No me importaba que leyera mi mente, pero no quería que supiera que me estaba compadeciendo de ella por no saber qué hacer. Por eso, la miré y la invité a acercarse con mis ojos. Erika captó mi mirada, por lo que murmuró unas leves palabras de despedida y subió volando hacia su habitación, dejándonos a Silvye y a mí solas, una delante de la otra.
“ Esto… “ empezó a decir Silvye.
“ Espera. “ la interrumpí. “ Hay algo que quiero decirte. “ dije, poniéndome nerviosa de repente.
Silvye me miraba inquisitiva, preguntándose qué era lo que tenía que decirle. Yo le devolví la mirada, confundida. ¿Es que no podía leer mi mente para saber que estaba pensando? Sin embargo, Silvye pareció leer mi mente en aquél mismo instante, pero no de la forma que esperaba.
“ No. “ dijo un poco avergonzada. “ Sé lo que debes estar pensado, y la respuesta es no. No puedo leer tu mente. “
“ ¿Por qué no? “ le pregunté.
“ Des de que has vuelto me ha sido imposible leer tu mente. Creo que a Cole le pasa lo mismo… “ respondió pensativa.
“ Bueno, da igual. “ dije quitándole importancia al tema, pues sabía que era realmente importante para Cole y Silvye, y para todos los vampiros en general, solo que no me explicaba porque lo era tanto. Yo nunca había leído la mente de nadie y no por eso me sentía más sola o perdida. “ En fin, quería pedirte disculpas por todo lo que pasó cuando me fui: por la carta, por las acusaciones sin fundamento, los celos,…
“ ¡Oh, no te preocupes! “ me dijo Silvye, visiblemente aliviada. “Precisamente yo quería hablarte del mismo tema. También quería pedirte disculpas por todo lo que sucedió. Creo que no me comporté adecuadamente contigo. “
“ Pero si tu no…”
“ No me interrumpas, Eily. Por favor. “ dijo cortante. “ Fui más culpable de lo que tú crees. Yo sabía que tu pensabas que Cole y yo estábamos juntos, y no te dije nada para desmentirlo. Y ahora me arrepiento. Tendría que haberlo hecho. Siempre supe que entre Cole y yo nunca iba a haber nada, y aunque me dolió mucho, lo acepté tiempo atrás. “
Me había quedado sin palabras, no tenía ni idea de que decirle a Silvye. Parecia tan sola, tan desvalida. Y sobre todo, parecía tan arrepentida. Por eso, lo único que se me vino a la cabeza fue darle un fuerte abrazo, estrujarla contra mi pecho. Silvye respondió a mi abrazo con efusividad. Las dos nos habíamos quitado un gran peso de encima, y ahora nos sentíamos más libres y muchísimo más cercanas.
_______________________
deseo que os haya gustado, de verdaaad:P
hastaa otraaa, ¡espero traeros el 16 pronto pronto!
besoos;
Jeei
1 comentarios:
q bueno k regreste
y bien el bezo de Cole
*SUSPIRO*
me pasare tambien por tu otro blogg
cuidate, bye
Publica un comentari a l'entrada